
Es innegable que la inseguridad golpea diariamente a nuestros vecinos con inusitada violencia. En la mayoría de los casos se convive y se sufre en ese estado de inseguridad.
Lo sucedido al chofer Juan José Parson, es sin duda, un hecho gravísimo, en el que estuvo en juego su vida y la de una joven embarazada. Pudo ser una tragedia. Afortunadamente no lo fue, pero ¿Hasta cuándo podemos confiar sólo en la suerte? Es irresponsable pensar que si minimizamos los hechos, éstos son menos graves. No basta con solidarizarse con las víctimas, ni prometer tal o cual acción o reunión futura.
Definitivamente hay que OCUPARSE. Debe hacerse ya, sin dilaciones, sin mezquindades de ningún tipo, involucrando a todos los sectores de la comunidad con capacidad de aportar soluciones.
Repudio enérgicamente los hechos de inseguridad y violencia que vienen sucediendo en Necochea-Quequén y me pongo enteramente a disposición de quienes quieran trabajar seriamente sobre el particular, en pos de que nuestros ciudadanos recobren la tranquilidad perdida. Es imposible pensar una Necochea enrejada, con madres asustadas al ir a buscar sus hijos a la escuela, con abuelos encerrados en sus casas y veredas vacías. Una Necochea que pierde su identidad para transformarse en un hábitat temeroso y cerrado, con los delincuentes caminando libre e impunemente por sus calles.
Pido humildemente a los responsables de investigar y a quienes deben impartir justicia, el mayor celo y profesionalismo en la cuestión, lo que además descuento, y la mayor severidad, juicio justo mediante, al momento de aplicar la sanciones y penas tipificadas en el Código Penal ante conductas de inadaptados sociales que conspiran contra la salud, la seguridad y el bienestar de nuestro pueblo.
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